Formado en el taller de Méndez Ruiz y en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, Matarranz realizó su primera exposición en el Club de Prensa de Madrid, en 1972. Durante los años ochenta colaboró con la galería Egam, participando en varias aventuras nacionales e internacionales. Ya en Asturias, el pintor madrileño realizó varias exposiciones donde aludía a la degradación del medio natural simulando ramas, hojas y alquitranes, con grandes masas de elementos que llenaban la superficie del cuadro.

En la exposición que presentó en el año 2000 en el Centro de Cultura Antiguo Instituto su trabajo derivó hacia la levedad, y en sus dibujos y pinturas el soporte adquiría mayor protagonismo. Desaparecían las oxidaciones, los grandes relieves, se abrían huecos y se buscaban nuevos efectos de volumen. Los juegos sobre texturas desnudas dominaban sus series blancas y sus dibujos, que siguió mostrando en las salas asturianas.

Tras cambiar la residencia a Guadalajara, el artista recolectó todos esos caminos en nuevos proyectos, como el que presentó en Oviedo en el año 2008. Eran piezas, en grandes formatos, que rompían sus propios moldes con emotivas relecturas. Entre la segunda mitad de los noventa y la primera década del siglo XXI fue uno de los pintores más prolíficos del circuito asturiano.