Performance “RRAND 0-82”

Artista: Iván Puñal

Miércoles 26 feb. | 20:00h. (30 min.)

Feria Art Madrid

En RRAND 0-82, el artista audio-visual Iván Puñal (a.k.a. The Pleasant View) explorará mediante una performance audiovisual en directo el concepto de lo “aleatorio” y el “caos”. Para ello se introducirán elementos no controlados en la performance mediante algoritmos matemáticos, tanto para generar cuadros visuales como espacios sonoros improvisados de manera que el resultado sea “no repetible”, “no controlado” y “no voluntario”. Músicas atonales dentro del territorio de la “musique concretè” o “noise” acompañarán las proyecciones, también enmarcando el concepto de “todo lo sonoro es música”.

RRAND 0-82

¿Es la libertad un espejismo cerebral? ¿Es la consciencia una ilusión? Sí mi existencia depende de una carga genética heredada, la cual no he elegido, transmitida por mis padres y a su vez por los padres de estos en un bucle interminable; y a su vez condicionada por un entorno el cual tampoco yo elijo, ¿dónde comienza mi libertad, mi capacidad de decidir? ¿Dónde aparece el “yo” consciente, individual, que elige y decide qué comer, qué música escuchar o con quién relacionarse?

Así pues, la libertad se nos presenta como una falacia, y a neurociencia no añade esperanza. Hace algo más de 350 Spinoza decía “nuestra creencia en el libre albedrío no sólo refleja nuestra impresión subjetiva y personal de control consciente sobre nuestras acciones, sino que es el resultado de nuestra ignorancia de las verdaderas causas que determinan esas acciones”. En la actualidad, doctores y científicos como el profesor Francisco J. Rubia nos indican “La inmensa mayoría de nuestra actividad cerebral es inconsciente. Sin embargo, el llamado yo consciente piensa que todo lo que sucede está bajo la iluminación de la consciencia. De la misma manera que no se ha podido constatar la existencia de ese yo en ninguna parte del cerebro, es muy probable que la libertad sea también una ilusión, una construcción cerebral, ya que esa libertad va unida al yo consciente”.

En otras palabras, si nuestra conducta está determinada, la libertad es una ilusión.

Así pues, esto supone un duro golpe para la inmensa totalidad de los conceptos sólidamente establecidos por la Humanidad a lo largo de su existencia. Daría la sensación de que nada importa y todo carece de sentido. Por ejemplo, cuando comprobamos cómo un atleta es capaz de correr 100 metros en algo más de 9 segundos, ¿podemos ensalzar dicho acto como un ejemplo de superación personal o humana? ¿O simplemente una sucesión de actos aleatorios y factores genéticos concretos que han desembocado en la creación de un super-hombre? Alguien podrá decir “bueno, pero el señor Bolt decide ir todos los días a entrenar frente a otra persona que no. Esto hace que decida esforzarse y por tanto termine ganando el oro olímpico, independientemente de su condición genética propia”.

Esto es cierto. Él decide entrenar frente a otra persona que no, pero como dice el filósofo estadounidense Sam Harris “podemos decidir lo que hacemos, pero no podemos decidir lo que queremos decidir hacer”. Es decir, lo que impulsa a entrenar al señor Bolt probablemente no lo decide él, aunque así lo piense. Y de igual modo, ¿podemos culpar a un psicópata por tener impulsos homicidas? Para mantener nuestro mundo moral es necesario establecer la ilusión de libertad, y por tanto de culpa.. De esta manera juzgamos y emitimos un veredicto, pero ¿realmente se podría considerar culpable de sus actos a alguien que no los comete libremente?

Y por si no fuese suficiente, después de todos estos fríos argumentos comenzamos a escuchar cada vez más en nuestras vidas el concepto de “inteligencia artificial”. Incluso en versión sajona más sofisticada como “machine learning” a la capacidad de tomar decisiones a algoritmos matemáticos mediante aprendizaje y observación de su entorno. A máquinas las cuales superan test para diferenciar un humano de un ordenador. Y vislumbramos futuros apocalípticos en los que máquinas nos dominan y someten a su voluntad sin que podamos hacer nada, sin darnos cuenta de que probablemente nosotros ya somos máquinas con una ilusión de libertad y voluntad muy bien conseguida.

Iván Puñal nace en 1975 en Madrid y actualmente trabaja como realizador audiovisual. En el año 2009 comienza a recibir clases de violín, y actualmente combina dicho instrumento con el uso de sintetizadores modulares para manipulación sonora experimental siempre desde la improvisación en directo. Recientemente ha incorporado programas de vídeo generativo a tiempo real para crear performances o instalaciones audiovisuales.