Nicolás Lisardo
sobre Nicolás Lisardo
Las Palmas de Gran Canaria, 1978
Define la formalización de sus obras de manera minuciosa, con una perfección formal en el que puede apreciarse el nivel de detalle pictórico que atribuye a cada una de sus creaciones. No es un mero ejercicio de nihilismo decorativo, sino que trata de encontrar energía crítica invitando al espectador a la contemplación de los lugares o no lugares donde residimos. Las obras de Nicolás Lisardo pretenden llevar a cabo una valoración sobre los límites existenciales, añadiendo a esas fachadas erosionadas de la ciudad una tonalidad metafísica. Se trata de un escenario anti-pintoresco, que tiene la firme intención de trasladarnos a la percepción del idea (eidos forme). Habitamos en plena penuria y llegamos a entender, que la construcción puede ser una enfermedad. El ángel de la historia vuelve la cabeza hacia el pasado y ve que las ruinas, en el caso de Lisardo las chatarras, crecen hasta tocar el cielo, lo que nos evoca a un destino ruinoso. Este artista insufla un tono titánico a su obra. Es una especie de (Entropólogo) noción con la que ya se definiría la obra de Gordon Matta-Clark. Su trabaja busca una manera de reflexionar hacia dónde conduce ese camino laberíntico que hemos creado en pos de la deshumanización de nuestra propia existencia. (Fragmento de: Heterotopías intemprestivas en el seno de lo arruinado. Fernando Castro Flórez.)