El trabajo que ha estado desarrollando en los últimos años Roger Sanguino, está marcado por un discurso que hace referencia al ser humano, la importancia del retrato, la expresión del cuerpo y el espacio urbano. Con el cuerpo y el retrato como anclas (dos temas que va alternando y desarrollando paralelamente), inicia ese cruce de caminos donde el empleo de técnicas mixtas determina la estructura de su trabajo, actuando tanto en el interior de la forma como en el exterior, a través de los valores cromáticos y de la incorporación de los elementos metálicos. En esa serie de retratos realizados al óleo, concluye su ejecución a través de la incorporación de una suerte de geometría que dialoga con el personaje retratado, generando que en la misma superficie convivan dos tipos de soluciones técnicas: una pintura, determinada por la imagen previamente realizada, y un dibujo en tres dimensiones que flota sobre ésta, a través de los hilos de acero tensados y anclados sobre la superficie. Más adelante introduce las redes de acero, supeditándolas sobre los retratos, generando una especie de camuflaje o segunda piel. Con toda esta intervención llevada a cabo sobre los retratos, comienza a trastocar los conceptos de identidad, convirtiéndose en conceptos alterados, modificados, dando lugar a nuevas identidades.