Art Madrid'25 – Art Madrid\'14 Javier Rubio Nomblot

Supongo que es lógico interrogarse periódicamente sobre la utilidad del arte cuando uno se dedica en exclusiva a él. He observado que las respuestas no varían mucho; tampoco suele ser demasiado el tiempo que se tarda en encontrar una respuesta útil, es decir, adaptada a las circunstancias. Este vértigo, por lo demás, no es muy distinto de lo que hoy llamaríamos el síndrome del lienzo en blanco.

Lo obvio e inútil –“el arte no sirve absolutamente para nada” (Bloom)- no es una respuesta, sino más bien la pregunta; porque evidentemente, desde esa perspectiva maximalista, nada sirve absolutamente para nada –empezando por la existencia del hombre y del cosmos- así que, superado el síndrome de la máxima, el trabajo podría consistir, por ejemplo, en detectar señales mínimas, pequeños destellos. Esto no es muy difícil: es un hecho que el arte aporta cosas y cualquiera que dedique una tarde a recorrer unas cuantas galerías sabrá sin lugar a dudas que su forma de comprender el mundo ha cambiado imperceptiblemente.Habitualmente, para resolver el problema, empleo este sistema: es el más económico.

Si bien este tipo de estrategia permite seguir –la vida y la maquinaria productiva le conceden al ciudadano común un tiempo limitado para resolver sus pequeñas crisis cíclicas; si uno quiere dedicarse por entero a ellas debe hacerse nini, diríamos hoy-, deja casi todas las preguntas sin responder, por lo que las “crisis” se reproducen. La lectura, la acumulación de datos y argumentos, las hace mutar: se vuelven más resistentes; acaso más frecuentes, porque las preguntas son cada vez más numerosas e insistentes. A medida que las lecturas y las obras se vuelven más exigentes, los problemas que plantean los autores son más complejos. De nuevo: los cambios que producen en el espectador son más perceptibles.

Cuando di mi primer paseo por Art Madrid´14, recién terminado el montaje, me pregunté si el arte que estaba contemplando me ayudaba a ver y comprender el neomundo en el que creo vivir desde hace unos cinco años. La primera respuesta fue que no. No es tanto que la “crisis económica” en la que al parecer estamos inmersos alimente estrategias conservadoras e incluso, en el “arte emergente” de otras ferias, “vueltas al dibujo” o actitudes de austeridad extrema como el “chinchetismo” más lánguido y amanerado, cuanto que no hay preguntas acerca de la utilidad del arte en el neomundo y, consecuentemente, acerca de la razón de ser de la propia estructura –uno de los llamados “sistemas del arte” (Dickie). Por eso pensé, de inmediato: faltan las razones por las que el coleccionista debería comprar arte.

En una feria como ARCO, este tipo de discurso en gran medida huelga: el arte de la razón cínica (Foster) postwarholiano, que a lo largo de más de dos décadas ha ahondado de forma eficaz y sistemática en las relaciones entre historia, arte y mercado, no solo posee hace mucho su épica propia y sus paradigmas espectaculares –“la subasta de Hirst”, etc..- sino que, al coincidir en el tiempo con el nacimiento súbito –e inesperado- del neomundo “global”, pero también con la práctica universal de la “magia financiera”, con la apoteosis de los “fenómenos especulativos” y, finalmente, con la “crisis económica” europea y norteamericana, ha sentado las bases para una total racionalización del mercado del arte, al convertir a la obra de arte en un activo más, destinado a formar parte de cualquier fondo de inversión que se precie, adecuadamente regulado, equilibrado y diversificado. Hasta tal punto que, a raíz de la “crisis hipotecaria” norteamericana –e instantáneamente mundial-, el arte se ha convertido en un activo interesante (además de interesante). Este fenómeno, tan sugestivo, ha dado lugar a noticias y a una abundante bibliografía básica (Thompson, Thornton, Lindemann, etc..) conocida ya a nivel popular. ARCO –desde luego debemos felicitarnos por ello- forma parte de ese circuito del gran coleccionismo internacional dominado por cada vez más numerosos milmillonarios en el que los precios de las obras pueden llegar a ser realmente elevados.

Y en este contexto, en este nuevo mundo globalizado. ¿qué es del “pequeño coleccionista” y del “mercado local”? Ambos necesitan otra cosa.

Decir que “el arte no sirve para nada” es una barbaridad. Por ejemplo: no hace falta ser una feminista radical, basta con ser una mujer, para comprender que La Creación de Adán de Miguel Ángel, en la que un colosal barbudo blanco heterosexual –y no la famosa “mujer negra lesbiana” de Haraway- le infunde la “humanidad” a un hermoso joven blanco heterosexual –y no a una mujer negra lesbiana-, el cual por lo demás es perfectamente incompatible con lo que muestran las impresionantes recreaciones a tamaño natural de los primeros homínidos inteligentes conocidos que se exponen en el Museo de Atapuerca de Burgos, para comprender que “el arte”, por recurrir una vez más a la famosa expresión de Goodman, “ha hecho el mundo”, esta vez sí, a su imagen y semejanza. También, ya puestos, se comprende por qué la posmodernidad –definitivamente estructuralista y científica- deshizo el mundo, el por qué de la “crisis-de-los-grandes-relatos-que-dieron-origen-a-la-modernidad” en expresión, ya de uso común, de Lyotard, por qué el “nihilismo contemporáneo negador de la sabiduría que proporciona la belleza” (Zecchi”), por qué “el hombre, el autor de ese cosmos llamado historia” (Haraway) como cosa a erradicar de forma prioritaria... Por eso, de nuevo: ¿está “haciendo el mundo” el arte que contemplo?

La respuesta, finalmente, es que sí. Pero no porque genere la imagen del mundo –eso sería imposible en una época en la que el cine, la televisión, la cartelería, las revistas, los ordenadores, las videoconsolas, saturan a diario la mirada del ciudadano-, sino porque desmonta ese torrente de imágenes y porque obliga a realizar un esfuerzo.

No hace falta leer El procedimiento silencio (Virilio) para entender que el cine de acción hollywoodiense, basado en el ritmo vertiginoso de las imágenes y los sonidos atronadores, imposibilita cualquier actividad mental, al igual que lo hacen “la publicidad”, los “informativos”, los “programas del corazón”, los “videojuegos”, etc.. El modo ortodoxo de entender el mundo, el relato, que ofrecen estos medios es radicalmente distinto, por ejemplo, del que impone una obra maestra como Copia Certificada de Kiarostami: el relato de la vida del espectador, e incluso su percepción del tiempo y del espacio, son alterados para siempre por la película, simplemente porque la estructura del relato ha sido alterada por el artista. Hace mundo. Un mundo distinto del de la ortodoxia, un mundo al que no tiene acceso aquel que necesita fabricar productos visuales de consumo fácil, de digestión instantánea, que exijan del consumidor un esfuerzo intelectual nulo. El de Kiarostami es un mundo que debe ser enteramente reconstruido por el espectador, un mundo que no existe sin su esfuerzo intelectual, sin su capacidad para descifrar los símbolos, para valorar los pequeños detalles…

La respuesta, por supuesto, es sí. Aunque no se aluda al triunfo inapelable de la tecnociencia que, desde su posición neutral y objetiva, toma incluso el timón de la moral; aunque no se celebren la redistribución de las inversiones a nivel planetario y el surgimiento de nuevas potencias donde no había nada; aunque no se aluda al cumplimiento de la distopía orweliana, a las 100 cámaras que filman a un ciudadano cada día, a los programas de espionaje informático global, a las redes sociales como antídoto contra la revolución (Gladwell), al ocaso industrial de Europa, al agotamiento del petróleo, a los inminentes movimientos turísticos masivos, a la sustitución del modelo jerárquico por el rizomático, cumpliéndose la profecía de Deleuze...

Ese neomundo en el que creo vivir, tan distinto a veces del que configura el relato ortodoxo de lo real, el mundo de un perturbado, procede de las perturbaciones que las obras de arte producen en el relato. Éstas están por toda la feria pero, por ceñirme al programa One Project, las hallaremos en José Luis Serzo, inventor de peripecias vitales; y en Anna Taratiel, que desmonta y ensambla de otra manera todo lo que ve, igual que Rubén Fuentes; y que Yolanda Tabanera en sus esculturas sagradas, tan profanas como los mandalas de plástico de Laura Ramis… Una heterodoxia que, a fin de cuentas, no es más que la condena del artista a hacer lo que debe (Houellebecq), ya caiga él –lo cual suele suceder-, ya alguna otra cosa, como proclaman en sus piezas ideológicamente diáfanas Curra Rueda, Manuel Barbero y Javier Ayarza.

 

Javier Rubio Nomblot

 

Del 7 al 9 de julio de 2025, el Palacio Balsera (Avilés, Asturias) acogerá el I Curso de Coleccionismo y Arte Contemporáneo, un programa intensivo de 15 horas que abordará la compleja y fundamental cuestión del gusto en el arte contemporáneo. Organizado por el Instituto Nebrija de Artes y Humanidades de la Universidad Nebrija y el Ayuntamiento de Avilés, con la colaboración de 9915 Asociación de Coleccionistas Privados de Arte Contemporáneo y el Instituto de Arte Contemporáneo; una oportunidad para el análisis y el debate en torno a las dinámicas que configuran el valor estético y simbólico en el panorama artístico actual.


I Curso de Coleccionismo y Arte Contemporáneo. Avilés, Asturias. Del 7 al 9 de julio de 2025.


La noción de gusto, intrínsecamente ligada a juicios estéticos y relaciones de poder, ha sido determinante en la trascendencia de artistas y obras a lo largo del tiempo. Sin embargo, el arte contemporáneo, caracterizado por la ruptura de normas, la diversidad de soportes y técnicas, y la crítica a los cánones tradicionales, plantea un cuestionamiento fundamental sobre la vigencia de esta noción. El curso explorará cómo las decisiones de agentes clave del sistema del arte: instituciones, colecciones privadas, galerías, curadores y artistas, redefinen continuamente un campo del gusto influenciado por lógicas estéticas, simbólicas, culturales, sociales y políticas.


"¿Pero existe, y cuál es el gusto predominante de este tiempo nuestro, tan aparentemente confuso, fragmentado, indescifrable?" - Omar Calabrese, La era neobarroca.


El programa académico, dirigido por José Luis Guijarro Alonso, director del Máster en Mercado del Arte y Gestión de Empresas Relacionadas de la Universidad Nebrija, y Pablo Álvarez de Toledo, director del Departamento de Artes de la Universidad Nebrija y del Instituto Nebrija de Artes y Humanidades, contará con la participación de un destacado grupo de expertos nacionales, incluyendo coleccionistas, críticos, comisarios, galeristas y artistas, cuyas intervenciones abordarán temas clave en la configuración del valor estético, simbólico y de mercado en el contexto actual.


PROGRAMA

LUNES 7 DE JULIO

9:30 h Acreditaciones.

10:00 h Apertura del curso Universidad Nebrija Ayuntamiento de Avilés A cargo de Rosario López Meras – Presidenta de la Asociación de Coleccionistas de Arte Contemporáneo, 9915 y Adrián Piera – Presidente IAC, Instituto de Arte Contemporáneo.

10:30 h Presentación del curso A cargo de José Luis Guijarro Alonso – Historiador del Arte y Antropólogo, Investigador y Director del Máster en Mercado del Arte y Gestión de Empresas Relacionadas de la Universidad Nebrija.

11:00 h Pausa para café.

11:30 h Conversación El gusto del coleccionismo privado como antesala de la historia. Ponentes: Candela Álvarez Soldevilla – Empresaria y coleccionista; Javier Quilis – Colección INELCOM; José Miguel Vegas Valle – Coleccionista. Modera: Luis Feás – Crítico y comisario.

13:00 h Pausa para comida.

15:30 h Ponencia individual Sobre el buen gusto en el arte contemporáneo. Ponente: Marisol Salanova – Comisaria y crítica de arte, Directora de Arteinformado.

16:45 h Conversación La influencia de las galerías en la construcción del gusto contemporáneo. Ponentes: Elba Benítez – Galerista; Ricardo Pernas – Galerista (Arniches 26) y Aurora Vigil-Escalera – Galerista. Modera: Rafael Martín – Coleccion@casamer

18:00 h Cierre de la jornada.

18:30 h Actividad y cocktail. Visita Exposición Artistas asturianos en la Colección Pérez Simón – Avilés.


MARTES 8 DE JULIO

10:00 h Ponencia individual El (mal) gusto contemporáneo: kitsch, camp, cursi. Ponente: Julio Pérez Manzanares – Universidad Autónoma de Madrid.

11:00 h Pausa para café.

11:30 h Conversación Instituciones y la formación del gusto contemporáneo. Ponentes: Virginia López – Artista, fundadora PACA_Proyectos Artísticos Casa Antonino; Julieta de Haro – Directora artística de CentroCentro; Carlos Urroz – Director de Relaciones Institucionales Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía modera: Laura Gutiérrez – Directora Escuela de Arte de Oviedo

13:00 h Pausa para comida.

15:30 h Conversación Más allá del ojo: el gusto por lo ético, ecológico, social o político en el arte contemporáneo. Ponentes: Semíramis González – Comisaria independiente; Eugenio Ampudia – Artista y Claudia Rodríguez-Ponga – Comisaria Independiente. Modera: Barbara Mur Borrás – Doctora en Bellas Artes.

17:00 h Cierre de la jornada.

17:30 h Actividad Visita Exposición Studiolo – Colección Candela Álvarez Soldevilla.


MIÉRCOLES 9 DE JULIO

9:30 h Encuentro de artistas asturianos Ponentes: Maria Castellanos – Artista, Avelino Sala – Artista y Consuelo Vallina – Artista. Modera: Pablo Álvarez de Toledo – Universidad Nebrija

11:00 h Actividad Visita Centro Niemeyer – Avilés.

Clausura del curso.





El curso está dirigido a profesionales del arte, coleccionistas, investigadores y estudiantes interesados en analizar en profundidad las dinámicas que configuran el gusto y el coleccionismo en el arte contemporáneo. Con un enfoque crítico y multidisciplinar, se ofrece una oportunidad única para examinar los factores estéticos, simbólicos y estructurales que inciden en la legitimación del arte contemporáneo.