Art Madrid'24 – CULTURA Y PRECARIEDAD

Parece que el sector cultural se resiste a abandonar su ya casi endémica precariedad. Desde que la crisis hizo acto de aparición hace ya una década, los coletazos se han seguido percibiendo, adoptando, eso sí, distintas formas y produciendo consecuencias de muy diversa índole. A su vez, la cultura, como tal, no deja de ser un sector de contenido económico, sujeto a los mismos avatares que el resto de áreas de actividad, y una esfera en la que se repiten los mismos patrones de desigualdad y desequilibrio que se perciben en otros ámbitos empresariales.

La profesionalización de la cultura ha conducido a un alto grado de especialización de los perfiles, dando cabida a líneas autónomas de actividad que hace unos años eran completamente desconocidas. De forma paralela, los hábitos de consumo, la forma de acercarse al arte y el lugar que tradicionalmente habían ocupado los espacios de exposición han debido adaptarse a un cambio de circunstancias. Esta evolución está motivada no solo por la coyuntura económica reinante, recién inaugurado el nuevo milenio, sino también por el inicio de un período de transición en el que confluye un relevo generacional con una profunda crisis de identidad social. Esta brecha en el sentido de pertenencia y la senda hacia un individualismo hasta cierto punto deshumanizante plantea a su vez numerosos desafíos, y más en una área como la cultura, cuya razón de ser descansa en el propio individuo y su desarrollo en sociedad. Muchos de estos puntos de inflexión suelen coincidir con grandes hitos mundiales, como es, sin duda, el comienzo de un nuevo siglo, situación que en nuestro caso ha venido acompañada de una revolución tecnológica que, si bien abre nuevas vías de exploración, contribuye a hacer más profunda la incertidumbre de nuestro contexto inmediato.

Imagen de la campaña "no por amor al arte" lanzada por Plataforma PAC en 2018

Todos estos cambios no han ido acompañados de un fortalecimiento de la profesión ni una revalorización del trabajo realizado. Aunque cada año surgen nuevas cifras que ofrecen algo de esperanza al respecto, un análisis en conjunto de estos datos da cuenta de que la cultura sigue siendo un sector muy precarizado que se alimenta de la pasión de quienes quieren dedicar su vida a mantenerla viva. Paradójicamente, existe un aprovechamiento de nuestra cultura muy vinculado al turismo. Los números en constante aumento del volumen de visitantes que cada año pasan por nuestro país es un buen indicador de que, además del buen tiempo y la variedad gastronómica, nuestra riqueza cultural juega un papel determinante en ese crecimiento. No obstante, no se potencian mecanismos que logren una mejor distribución de esos ingresos o sistemas que sirvan para poner la cultura en su lugar.

Coinciden además otras contradicciones: el sector cultural es uno de los más exigentes en cuanto a formación requerida y especialización. El 69,3% de los trabajadores culturales cuentan con educación superior, frente al 42,9% de la media nacional (Anuario de Estadísticas Culturales MCD 2018), circunstancia que no va acompañada de una mayor retribución salarial. Asimismo, se percibe un ligero aumento en la generación de empleo (3,6% del total nacional), si bien el número de empresas unipersonales o autónomos es del 64,7% y los contratos temporales han aumentado en un 19,4% desde 2017. Así pues, estos datos dibujan un panorama sensible, poco resistente y mermado para poder hacer frente a los contratiempos.

Visita guiada en el Museo de Cádiz

Por si fuera poco, este sector replica algunos de los desequilibrios que se advierten en otros sectores económicos: el 60,9% de los trabajadores son hombres y el porcentaje restante, son mujeres. Esta podía ser una característica sin mayor transcendencia, al igual que sabemos que en otros sectores sucede a la inversa; pero la brecha se advierte porque hay un alto porcentaje de artistas que deciden establecerse profesionalmente en el extranjero, donde obtienen estabilidad y mejor retribución. Un estudio reciente llevado a cabo por Marta Pérez-Ibáñez e Isidro López-Aparicio sobre la situación de las mujeres artistas españolas (“Mujeres artistas y precariedad laboral en España. Análisis y comparativa a partir de un estudio global”, Revista Arte, Individuo y Sociedad, vol. 31 (4), 2019) demuestra que el 60% de ellas se trasladan al extranjero, de las cuales, el 75% son menores de 40 años. También destacan los datos recabados sobre ingresos, donde el 46,9% de los artistas declaran obtener menos de 8.000€ al año.

Con todo esto, resulta evidente que el sector cultural tiene que hacer frente a mucho retos futuros, no solo para sortear las dificultades consustanciales a su sensibilidad económica, sino también a muchas otras circunstancias que exigen una respuesta más acorde con los nuevos tiempos y el curso de los acontecimientos históricos. Estaremos aquí trabajando para contribuir a esta (r)evolución.

 

“Pinto de una forma completamente libre, no tengo ningún borrador, es caótico, pero todo tiene un motivo. No preparo nada antes de empezar a pintar, lo que pinto es lo que siento o intento transmitir en ese preciso momento, así que cambia mucho (de una obra a otra)”.

Chão limpo e o resto. Técnica mixta sobre tela. 2023. Ana Malta. Cortesía de la artista.

Cultura Inquieta se une una vez más a la experiencia de descubrir y celebrar el talento creativo dentro del amplio espectro de expresiones artísticas presentes en Art Madrid’24. Como defensores de la cultura y el arte contemporáneo, su compromiso con la promoción y el apoyo a los artistas emergentes se refleja en una iniciativa especial en esta edición: destacar y respaldar el trabajo de la ARTISTA REVELACIÓN de la 19ª edición.

Só durmo na minha almofada. Técnica mixta sobre tela. 2023. Ana Malta. Cortesía de la artista.

En este contexto, Ana Malta emerge con una voz fresca y una estética visual propia en el panorama artístico contemporáneo. Nacida en Lisboa en 1996, Malta es una talentosa artista visual y diseñadora freelance que ha cautivado con su enfoque distintivo y su exploración audaz de la belleza de los espacios cotidianos a través de sus investigaciones de color.

Sus estudios en Pintura en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Lisboa y su posterior Máster en Gestión de Industrias Creativas en la Universidad Católica de Portugal en Oporto, han forjado una base sólida para su práctica artística. Actualmente, también colabora en la oficina de comunicación y producción de Carpintarias de São Lázaro - Centro Cultural y Galería Belo-Galsterer, mostrando su compromiso con el tejido cultural de su comunidad. Forma parte también del colectivo artístico VÊS.TRÊS.

Ana Malta ha sido reconocida en diversas plataformas y medios, incluyendo la 14ª Edición de QUADRANTE, el Melancia Mag y el programa SCROLL del canal RTP2. Su participación en el libro (AS)ARTISTAS - Ensaio Gráfico sobre Histórias e Práticas Artísticas no Feminino y en la Edición 21 de Abril de Nova Awareness Club, subraya su impacto y relevancia en la escena artística contemporánea.

Só um é que ganha. Técnica mixta sobre tela. 2023. Ana Malta. Cortesía de la artista.

El trabajo de Ana Malta se distingue por su exploración del color, los patrones, la composición y la textura. Estos elementos no solo son vehículos de su expresión plástica y visual, sino que también encarnan un diálogo íntimo entre la inquietud estética y la transformación del error en oportunidad.

Es emocionante ver a Ana Malta debutar en Art Madrid’24, representada por la galería Galeria São Mamede (STAND B3). Su presencia promete enriquecer aún más la experiencia artística de este evento, invitando al público a acercarse a ese universo visualmente cautivador y conceptualmente estimulante que la artista crea para contar el caos que reordena en formas y colores.

Não fico pendurada. Técnica mixta sobre tela. 2023. Ana Malta. Cortesía de la artista.

En un mundo en constante movimiento, Ana Malta nos recuerda la importancia de la experimentación y la exploración continua en la búsqueda de una expresión artística auténtica y sincera.

Su obra que se nos HA REVELADO en la 19ª edición de ART MADRID, gracias a la mirada exacta de CULTURA INQUIETA como un testimonio del poder transformador del arte. En sus manos, la entropía de las formas nos traslada el recuerdo posible de un verano interminable; la luminosidad del sol se convierte en la caricia de vivir la cotidianidad; incluso puede que nos sorprenda la fórmula de la felicidad convertida en animal de compañía.

La pintura de Ana Malta conjuga la inquietud de un espacio aparentemente en caos con la delicada sinestesia de vibrar al tempo que lo hacen en sus cuadros, la luz, los matices, las líneas y el color.