LA NUEVA DIMENSIÓN DEL ARTE: ¡A LO GRANDE!
24 oct. 2019
actualidad
Uno de los atractivos del arte es la posibilidad de albergar propuestas que excedan los límites de lo posible, que den cabida a creaciones que superen los contornos de la realidad, que jueguen con lo inverosímil, lo hipotético, lo imposible y lo extraordinario. Muchos autores se dejan llevar por este impulso, porque lo factible y lo cercano se queda pequeño y necesitan dar salida a ambiciones que piensan a lo grande.

En esa búsqueda de nuevos formatos y formas de expresión hay dos retos principales, por un lado, la ubicación de las obras, ya que algunas grandes ideas no pueden desarrollarse dentro de un espacio cerrado, y por otro, la elección de los materiales de ejecución. Una de las formas más conocidas para superar estas barreras es el arte mural, sin más restricciones que el tamaño de la pared o edificio que se quiere intervenir y con el uso de una técnica clásica como es la pintura.

No obstante, la pintura mural está íntimamente conectada con el arte urbano y puede tener connotaciones que los artistas contemporáneos tratan de evitar. Por eso, surgen nuevas propuestas de intervención en el espacio público, lo que en muchas ocasiones sirve para aprovechar los elementos arquitectónicos de las ciudades para desarrollar las piezas. Un ejemplo conocido de esto es el trabajo del colectivo Boa Mistura, que disemina puzles de palabras sobre fachadas, escaleras, bancos, farolas y demás elementos para crear juegos ópticos que incitan a la participación del espectador para situarse en el ángulo correcto desde el que leer el mensaje. Con ilusiones ópticas también se atreve Jean René (conocido como JR) un artista urbano francés que llegó a realizar esta espectacular composición para el Museo del Louvre. Esta obra, formada con 2.000 hojas de papel impreso y encoladas con un pegamento degradable, duró apenas intacta 24 horas. Como el propio JR decía “las imágenes, como la vida, son efímeras; una vez que han pasado, la obra de arte vive por sí misma”.


Igualmente hay quieres trabajan con nuevas formas y materiales para no tener limitaciones logísticas en la construcción de sus obras. Es lo que sucede con las esculturas hinchables, una moda a la que se han sumado numerosos creadores contemporáneos, ya que es un método más asequible, aligera el peso de las piezas, permite su traslado, previo desmontaje, y además posibilita ocupar espacios cada vez mayores y más ambiciosos. Además de la impresionante “Monumenta” que Anish Kapoor instaló en 2011 en el Grand Palais (y no es esta la única obra gigante hinchable de este autor) también destacamos la propuesta de Jeff Koons, para la plaza del Rockefeller Center. Asimismo, autores como Kaws también se atreven con este formato, con resultados impactantes.

Por su parte, otros creadores se atreven a rediseñar las salas de exposición con instalaciones inmersivas que cambian por completo la percepción del espacio, y hasta de la realidad. Una tendencia reciente consiste en recurrir a hilos y tejidos para disponer redes y estructuras volátiles que se expanden por el techo y las pareces. Estas obras producen un efecto diverso, algunas se asemejan al interior de un órgano vivo, otras nos recuerdan el flujo del agua y otras producen una sensación de estar en otro lugar, como si viviésemos en una dimensión paralela.

Todas estas propuestas juegan con la temporalidad y están pensadas para producir un efecto pasajero. La vida efímera de obras a lo grande nunca antes vistas.