ECOS DE UNA VIBRACIÓN DISTANTE: MÁS QUE HUMANAS
24 sept. 2019
exposiciones
El Museo Thyssen-Bornemisza y TBA21 (Thyssen-Bornemisza Contemporary Art) acaban de inaugurar la exposición “Más que humanas” que estará abierta al público hasta el 1 de diciembre.
Esta muestra reúne la obra de Dominique Gonzalez-Foerster y Tomás Saraceno, bajo el comisariado de Stefanie Hessler, en el que es hasta la fecha el tercer proyecto de colaboración entre ambas instituciones. Con estas propuestas de cooperación, el Museo Thyssen amplía su conexión con el arte contemporáneo y explora vías para generar un diálogo entre ambas colecciones.
Hessler ha mostrado desde el comienzo de su carrera un gran interés por los procesos creativos interdisciplinarios y el deseo de poner en común el trabajo de artistas e investigadores que beben de distintas fuentes. Esto la ha llevado a dirigir proyectos donde el arte convive con otras disciplinas para enriquecer un mensaje compartido que permite abordar los temas desde distintas ópticas. En la presente exposición, se invita al espectador a plantearse preguntas sobre asuntos vinculados con la tecnología, la inteligencia artificial o el poder de lo desconocido. La convivencia de la obra de estos dos artistas, aparentemente tan dispar, se hila a través de la idea de vibración: la que provoca el sonido o el movimiento de los objetos en el espacio, y la que percibe un receptor, como oyente pasivo o como ser conectado con una red de sensores.
La extraña vinculación que se origina entre estas obras exige un esfuerzo interpretativo para entender la sutileza del planteamiento, pero todo cobra sentido en este espacio habitado por obras de arte y a la espera de recibir visitantes que desentrañen esos misterios.
El trabajo reciente de Tomás Saraceno se ha centrado en investigar el desarrollo de las arañas, lo que le ha llevado a colaborar con geólogos y entomólogos para indagar en el comportamiento de estos artrópodos y estudiar sus arquitecturas. En la exposición estará presente uno de sus últimos trabajo “¿Cómo atrapar el universo en una telaraña?”, una gran instalación que imita las redes que tejen los arácnidos. Con estas delicadas estructuras se toma consciencia de la sutileza del movimiento del aire, de las suaves tensiones que se producen con cada vibración.
Por su parte, Dominique Gonzalez-Foerster irrumpe en escena con una pieza de su último proyecto, en el que recupera a personajes célebres gracias al apoyo de la tecnología. En “Opera (QM.15)”, el propio artista aparece caracterizado como la soprano María Callas gracias a una ilusión hológrafa. Sincronizando sus movimientos con el sonido, al reproducir algunas de las arias más famosas que la cantante interpretó, crea un efecto fantasmagórico que se abre camino entre las salas del museo. Aquí, las vibraciones de la voz serán las que muevan los hilos de las telarañas, poniendo de manifiesto la relación entre estos trabajos.