ROMPIENDO LOS MOLDES DEL MUSEO TRADICIONAL
27 mar. 2018
actualidad
Los progresos para hacer el arte accesible al público, superar barreras y romper formatos se hacen más evidentes cuando nos movemos en el ámbito de la creación urbana. Esta disciplina evoluciona en la delgada línea que separa las manifestaciones como verdaderas expresiones artísticas o como actos de vandalismo, a pesar de los enormes avances hacia la valoración social de estas obras. El arte contemporáneo sigue siendo el campo natural en el que se tejen vías de comunicación más fuertes y flexibles entre la ciudadanía y los artistas.
A este especie de utopía responde el proyecto “Arte Pública” de la Fundación Eléctrica de Portugal (EDP) cuya esencia consiste en revitalizar aldeas recónditas y llenarlas de propuestas plásticas. Cementerios, centrales eléctricas, cuarteles, depósitos de agua… son los lienzos dispersos a lo largo y ancho del país luso dispuestos a contribuir a una transformación que involucre activamente a todos los agentes.
La novedad de este proyecto reside en que todas las propuestas artísticas se aprueban previamente en asamblea por los habitantes del lugar. Por eso es un ejemplo de iniciativa colaborativa que implica a los locales con los creadores y tiende sólidos puentes de comunicación, por lo que el arte mural deja de verse como el arranque de un artista furtivo que quiere dejar huella en propiedad ajena amparándose en la clandestinidad para entender el papel vehicular que una obra plástica puede tener para toda una comunidad.
João Pinharanda, al frente de este macro proyecto, y con una amplia trayectoria en la esfera museística, reconoce que los retos iniciales fueron muchos. En primer lugar, un cambio drástico en el juego de “quién es quién” en el sector del arte y en la redefinición de esos roles tan estereotipados del comisario, el director de museo, el artista y el visitante. Todo eso no funcionaba en una propuesta como esta, donde la clave es darle la voz al pueblo y poner la obra a su servicio.
Cada área de intervención cuenta con un presupuesto bastante modesto que no alcanza para cubrir todos los costes de la intervención, los materiales y los artistas, pero la vocación principal es lograr la colaboración de todo el mundo y articular procesos creativos en los que se implique a la comunidad. El compromiso de los artistas con la propuesta es incondicional. Y el de los pueblos de acogida también, que llegan a hospedar a los artistas en durante sus estancias de trabajo como visitantes de honor. Una experiencia de intercambio en la que todos aprenden y construyen. Antes de 2020, EDP habrá llegado a 40 municipios portugueses.