ARTE JOVEN: TALENTO DENTRO Y FUERA DE NUESTRAS FRONTERAS
20 may. 2020
art madrid
Desde hace una década se habla mucho de los millennials y de las inquietudes de una nueva generación que ha irrumpido en el nuevo milenio para abordar muchos de los retos que el futuro, con toda su incertidumbre y ambigüedad, nos depara. Es innegable que todo cambio, aunque genere un beneficio, va acompañado de un tiempo de transición en el que los cimientos de los conocido y las estructuras que creíamos inamovibles comienzan a tambalearse. La evolución intrínseca a estos fenómenos va unida a una sensación de desasosiego que las sociedades afrontan desde el apoyo colectivo y desde la necesidad de abrir el debate sobre las preocupaciones, tan nuevas como conocidas, que marcan nuestra evolución y el sino de nuestro tiempo.
Los creadores de nueva generación se han abierto camino en la escena artística centrando parte de su trabajo en abordar temáticas íntimamente conectadas con la realidad del momento. Es el cauce para subvertir el clasicismo, para realizar piezas que muestren el compromiso por el entorno, para hacer de sus obras un manifiesto que trascienda la mera contemplación y se convierta en una forma de expresión plástica de un sentir compartido.
En Art Madrid hemos podido constatar este movimiento creciente de artistas del nuevo milenio que se desprenden de prejuicios y arquetipos para centrarse en cuestiones de enorme impacto social que nos afectan a todos. El número de jóvenes creadores ha ido en aumento en las últimas ediciones de la feria, y es palpable también que las sendas de expresión escogidas por muchos de ellos se alimentan de la hibridación artística, la fusión de técnicas, la exploración más allá de la imagen, la búsqueda de una segunda lectura.
Hoy recordamos el trabajo de algunos de estos autores que nos han visitado en la 15ª edición de la feria y nos acercamos a conocer un poco más su obra.
Entre los artistas que muestran una preocupación por el consumismo excesivo de nuestro tiempo, el agotamiento de los recursos o el devenir de una sociedad alienada destacamos el caso de Alejandro Monge (Zaragoza, 1988) y el de Chen Sheng-Wen (Taichung, Taiwan, 1993).
El trabajo de Monge ha buscado en muchas ocasiones la ironía sobre el valor tangible del dinero y la apreciación superflua de las cosas materiales, muchas veces con instalaciones que replicaban fajos de billetes en depósitos bancarios o cajas fuertes. Sus últimas obras, más pictóricas, muestran un lado oscuro de la sociedad global, ahogada en sus necesidades de producción energética y en la atmósfera contaminada y agresiva en que vivimos en las grandes ciudades.
Por su parte, Chen Sheng-Wen propone un trabajo mucho más delicado de factura manual en el que representa la delicadeza de la naturaleza y su necesidad de cuidado reproduciendo con bordados y técnica mixta numerosos animales de nuestro entorno inmediato. La decisión de Sheng-Wen de emplear materiales reciclados, rescatados de los bosques habitualmente habitados por estos seres, pone de manifiesto la falta de cuidado del hombre y el grado de exposición al que estas especies están sometidas.
En una línea semejante se mueve Onay Rosquet (La Habana, 1987) con una obra que transmite un gran equilibrio estético, pero que permite múltiples lecturas. Sus cajas de papeles, a veces plegados, otras arrugados o apilados, nos hacen pensar sobre los problemas de incomunicación de la sociedad de nuestro tiempo mientras plantea el dilema del uso apropiado de los recursos y la generación de residuos con gran impacto medioambiental. De estas dos ideas, la primera sigue siendo la línea maestra de su discurso: la era de la hiperconectividad desemboca en la paradoja del individuo solitario, abandonado, que ha perdido la capacidad de interactuar de forma no tecnológica. Un simple vistazo a sus piezas nos hace pensar en las miles de palabras que no llegan, las cosas que no se dicen, los sentimientos que se reprimen en un contexto dominado por la apariencia de felicidad y la ficción de la perfección.
Otros creadores ponen el acento en la desigualdad social. Nina Franco (Río de Janeiro, 1988) trata de representar la desigualdad de género y el acoso al que muchas mujeres se ven expuestas en su día a día, sobre todo en determinadas sociedades patriarcales. Su obra refleja una gran preocupación por los conflictos sociopolíticos contemporáneos.
Por su parte, Adlane Samet (El Harrach, Argelia, 1989) trata la desigualdad desde la perspectiva de su entorno inmediato, lanzando al conjunto del mundo la pregunta de dónde se sitúan determinadas sociedades en el panorama global, donde parece haber países de primera clase y países de segunda. Su trabajo resulta visceral y colorista, y el propio impulso del trazo exterioriza esa vitalidad auténtica y pura de los entornos no contaminados por las ideas importadas.
Destacamos también la obra de Cristina Gamón (Valencia, 1987), una artista que explora la evolución de la pintura con la incorporación de nuevos materiales y la integración de los plásticos como soporte. Sus trabajos nos recuerdan a paisajes de zonas áridas, a experimentos de laboratorios o a los dibujos tornasolados del aceite sobre el agua. Su objetivo es ofrecer una pintura contemporánea con materiales representativos de nuestro tiempo, sin perder la fuerza expresiva del color.